miércoles, 12 de octubre de 2016

[...] Como si por arte de magia todo fuese a cambiar de la noche a la mañana, como si yo, siendo un ser tan insignificante como otros en este universo, tuviese el poder de mutarte... Es que sí, a veces me gusta creer en mí, en mi poder, o en las encrucijadas del destino... Me gusta creer que todo es un macabro laberinto que no cesa de ponerme a prueba, que insiste en enseñarme a los golpes en que algo debo aprender, en que por algo debo tener que luchar, en que tengo la obligación de saber descifrar el difícil dilema de seguir mis impulsivos sentimientos o mi fría conciencia.

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